Desatar un gran desorden es una tarea que requiere como cuestión previa un descontento público, vigoroso y extenso; algo que se podría fácilmente montado a grupas del encarecimiento de los alimentos.
Lo delicado es determinar lo que se busca; es decir, si se quiere sólo demeritar a un gobierno para que pierda apoyo cuando aprietan los altos precios y las carencias se hacen abundantes y estridentes, o si, por el contrario, se procura algo más: desestabilizarlo y, de ser posible, hacerlo caer.