LISTINDIARIO
El malestar social se ha encendido nuevamente en el país, bajo el peso de una cadena de apagones que ha trastornado la vida y la actividad productiva de numerosas comunidades.
Esto ha dado lugar a que se desencadenen protestas populares exigiendo una solución a un problema que parece no tener fin.
Las escenas de quema de neumáticos y bloqueo de vías son una expresión visible de la desesperación que afecta a los ciudadanos de todos los rincones del país, golpeados por la falta de energía en un contexto de una gran ola de calor.
Aparte de la intensidad de los apagones, la insatisfacción general de los clientes es aún mayor al comprobarse que las facturas por ese pésimo servicio están a menudo más que duplicadas en su valor.
Las autoridades energéticas, representadas en la figura del presidente del Consejo Unificado de las Empresas Distribuidoras de Electricidad (CUED), Celso Marranzini, han señalado que se hacen esfuerzos para mitigar la situación.
Sin embargo, la realidad es que las promesas de mejoras parecen diluirse frente a la cruda experiencia cotidiana que sufren hoy miles de dominicanos por culpa de estas fallas.
Subestaciones sobrecargadas, transformadores agotados y un sistema de distribución vulnerable son parte del escenario que ha convertido los apagones en una constante.
Aun cuando se han iniciado procesos para la compra de nuevos equipos y la reparación de los existentes, la lentitud en la implementación de estas medidas hace que el alivio a esta crisis energética parezca una ilusión distante.
Las comunidades no pueden seguir soportando apagones prolongados y la falta de respuestas efectivas.
Cada hora sin electricidad afecta la vida cotidiana de las personas, impacta la productividad de las empresas y mina la confianza en las autoridades.
El sistema eléctrico debe dejar de ser una fuente de frustración para convertirse en un servicio eficiente, capaz de sostener el desarrollo y el bienestar de los dominicanos.
Es imperativo que las autoridades actúen con mayor celeridad para evitar que el descontento social escale a niveles que comprometan la estabilidad del país.